Los españoles se instauraron a si mismos como los únicos con derecho a educar, tarea que identificaban con la evangelización, no solamente consideraban a la hispánica una cultura superior, sino la única formación digna de tal nombre, sentían que era un deber imponerse a los indígenas, como habían hecho con los moros y los judíos.
Los conquistadores y colonizadores no comprendieron que los indígenas eran sujetos distintos, con su propia historia, que eran otros. Los clasificaron dentro de sus propias escalas de valores estableciendo con ellos una situación de desigualdad, unos consideraban que los indios eran bárbaros e inhumanos; otros que eran salvajes susceptibles de evangelización, de acuerdo a su mala o buena voluntad; otros que se trataba de buenos salvajes, sencillamente ignorantes de la doctrina católica y de las leyes y costumbres hispánicas.
Desde el punto de vista pedagógico, un documento fundamental es el Requerimiento o Comunicación a los indios que escribió en 1513 el jurista de la corona Palacios Rubio y rigió hasta 1542.
Este requerimiento explica que dicho documento surgió de una ardua polémica acerca de la legitimidad de la guerra contra los indígenas. Argumentaba que el Papa, representante de dios en la tierra, había entregado parte del continente americano a los españoles y parte a los portugueses.
Suponía el texto que los indios no habían sido informados de tal hecho, lo cual se reparaba en ese acto, leyendo el Requerimiento en presencia de un oficial del rey, pero sin interprete. Los indios que se dieran por enterados y aceptaran la situación tras la lectura, se liberarían de ser esclavizados, pero quienes no lo hicieran se les prometían tremendas penas para ellos y sus familias, ademas de la esclavitud. La relación pedagógica entre americanos y españoles se establecía como una relación de dominación. Aceptar educarse en la cultura dominante y bajo la ley del dominador era condición para conservar derechos elementales.
Para el jurista Juan Gines de Sepúlveda, los indígenas eran bárbaros y se justificaba la guerra contra ellos. Para el profesor de la Universidad de Salamanca y teólogo Francisco de Vitoria, indios y españoles tenían derecho a comerciar y comunicarse libremente, pero solo los españoles podían educar, dado que el evangelio era su patrimonio.
No concebía que los indios pudieran enseñar a los españoles o que se difundiese en Europa el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas. Pero en su obra De Indis concluyo que los verdaderos dueños del Nuevo Continente eran los indios.
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